domingo, 14 de marzo de 2010

¿Cuanto tarda tu deseo en cruzar el océano?


Dime a que sabe tu piel, a que huele tu aliento, dime como acarician tus manos y como le gusta morder a tu boca. Dime amante esquivo, para que pueda sentirlo en mi piel mientras la acaricio por ti, ¿que hace tu cerebro cuando todos tus sentidos están perdidos entre tu deseo y el mío...? Dime de una vez por todas por qué me acechas como un lobo hambriento cuando los dos sabemos que después de devorarme abandonarías mis huesos a las hienas sin el menor remordimiento. Dime letrado cuantas veces me has soñado y dime también cuantas me soñarías si me hubieras probado… ¿Aún esperas y desesperas por mis letras excitado? ¿Dónde están y que hacen mientras me lees tus manos?
Esperando tus placeres, esos que solo me cuentas y no compartes. Me gustaría encontrarme una cálida tarde de lluvia en tu cuarto, empezar acariciarte cuando aún estoy limpio y exquisitamente perfumado, para terminar oliendo a sexo o a ti, que para mi son la misma cosa. Me gustaría que mis pensamientos siguieran a mis sentidos cuando decidieran perderse por el camino que lleva desde tu boca hasta mi vientre esperando en un suspiro que tu lengua encuentre el destino que le marca desesperado mi deseo. Me gustaría tenerte una y mil veces, siempre a mi disposición con solo abrir la puerta de una jaula… Me gusta soñarte abiertas la boca y las piernas y entregada a mí. Es por eso que nunca dejaría tus huesos a las hienas, porque después de devorarte aún me quedaría en ellos enredado buscando la forma de volver a componerte y entrar en tí de nuevo perfumado.