viernes, 9 de enero de 2009

El poder de la mirada


Hace unas semanas mientras aparcaba mi coche cerca de unos grandes almacenes le ví y volvieron a mi memoria recuerdos que creía olvidados, recuerdos de cuando aun trabajabamos juntos. No habia cambiado mucho, si acaso había adquirido algo mas de presencia, de atractiva madurez. Me quede dentro del coche observando sus movimientos, recordando cuanto le deseaba años atrás. Después de unos minutos tome la decisión de saludarle e incluso, si la ocasión se presentaba, de seducirle. Aun tenia una hora libre y no quería desperdiciarla viendo escaparates.

Procurando que nadie se diera cuenta, me deshice de mis braguitas guardándolas en el bolsillo del abrigo. Después salí del coche, cerré la puerta y me dirigí hacia donde estaba charlando mi antiguo compañero. Camine lo mas erguida posible y con pasos firmes hacia él. Aunque tengo que reconocer que me sentía un poco insegura, porque no tenia ni idea de como reaccionaria cuando me viera, ni siquiera estaba segura de que se acordara de mi. Pero el roce de mis muslos desnudos debajo de la falda me daba fortaleza. Cuando estuve suficientemente cerca le dije:

_ No has cambiado nada.

Al escuchar mi voz giro la cabeza ...y ¡allí estaba!, esa mirada felina, esa forma de mirar como un cazador hambriento que siempre encendió mi deseo. Sonrió abiertamente sin dejar de mirarme y me llamo por mi nombre.

No me había olvidado. Me acerque para besarle a modo de saludo lo suficientemente cerca de su oreja como para estar segura de que sentiría mi aliento.

Conversamos un poco en la calle, me contó que le iba muy bien, ahora era el jefe de seguridad de aquellos almacenes. Me hablo de las veces que se había acordado de mi y yo le puse al día sobre algunas cosas de mi vida. Después de un rato me pregunto por la razón que me había llevado hasta allí. La verdad es que yo había quedado para comer con una amiga, pero aun tenia tiempo y se lo dije, y también le comente lo contenta que estaba de haberle encontrado, porque quizás pudiera ayudarme en un asunto que me preocupaba.

_Cuéntamelo!, me dijo.

_Encantada conteste, pero preferiría hacerlo en un sitio "mas privado".

_ Me miro con elegancia y me invito a subir a su despacho.

La puerta del despacho necesitaba de una llave que solo tenia el jefe de seguridad, lo recordaba bien y cuando llegamos, él abrió la puerta invitándome a pasar.
_Ponte cómoda,¿quieres tomar algo? Me pregunto.

_ No, le conteste mientras él se dejaba caer descuidadamente en el sillón de su escritorio.

Transcurrieron unos segundos de tensión en completo silencio, durante ese tiempo nuestras miradas se clavaron descaradamente en los ojos del otro.

Me levante y rodee la mesa dirigiéndome hacia él mientras sacaba con un solo dedo la ropa interior que había guardado en el bolsillo.

_ No se si podrás ayudarme, pero desde que me marche de aquí he tenido un deseo. Lo dije mientras dejaba caer las braguitas sobre la mesa del escritorio. El abrigo también cayó, pero al suelo. Me senté encima de su mesa, frente a él, que solo tuvo que girar su sillón para quedar delante de mis piernas que ahora se apoyaban timidamente sobre la punta de los zapatos en el suelo. Aquella mirada que tanto me gustaba, se hizo mas felina. En ningún momento desviamos nuestros ojos, que permanecían clavados en los del otro. Estaba empezando a dudar de mi, cuando me agarro por las pantorrillas y me hizo apoyar los pies en el sillón separándome las piernas . Me sentí vulnerable y excitada. Sonreí y el me dijo:

_ Pero que "fiera" eres!

Lo ultimo que vi antes de que mi cabeza se dejara caer hacia atrás, fue su pelo negro perdiéndose entre mis muslos.
Para Pablo y su mirada felina siempre en mi pensamiento.